El extraño fenómeno del por qué
los scouts experimentan un cambio positivo en su personalidad una vez que se
adentran en el escultismo es, diferente y similar para todos/as.
Durante mis diez años como scout y tres como scouter (señalizando un poco más los de scouter), me he dado cuenta de una peculiaridad que nos sucede a todos/as los scouts cuando entramos al movimiento.
Esto NO quiere decir que todos experimentamos esta transición, pero con buen pie de evidencia sé que la mayoría de mis amigos y hermanos scouts lo han experimentado. En mi caso fue muy evidente. Estoy hablando de una evolución en nuestras personas. Pareciera ser que cuando te asumes como scout, comienzas a atravesar diferentes circunstancias que te moldean de forma positiva.
Analiza tu vivencia en el escultismo, no importa cuándo entraste, ni en qué sección estabas, tampoco si comenzaste en Manada o de scouter no tiene que ver tampoco qué esquema estaba.
Entras al movimiento, te gusta, comienzas a convivir con las personas, llevas a tu cuerpo a los extremos, conoces lugares que no pensaste que conocerías, empiezas a coleccionar apretones de mano izquierda… Y sin que te des cuenta, muchas cosas en tu persona han mejorado, tienes nuevas habilidades, sabes de cosas y temas que no cualquiera ha podido dominar.
Si nada de esto te suena familiar, explicaré mi punto con un ejemplo.
Durante mis diez años como scout y tres como scouter (señalizando un poco más los de scouter), me he dado cuenta de una peculiaridad que nos sucede a todos/as los scouts cuando entramos al movimiento.
Esto NO quiere decir que todos experimentamos esta transición, pero con buen pie de evidencia sé que la mayoría de mis amigos y hermanos scouts lo han experimentado. En mi caso fue muy evidente. Estoy hablando de una evolución en nuestras personas. Pareciera ser que cuando te asumes como scout, comienzas a atravesar diferentes circunstancias que te moldean de forma positiva.
Analiza tu vivencia en el escultismo, no importa cuándo entraste, ni en qué sección estabas, tampoco si comenzaste en Manada o de scouter no tiene que ver tampoco qué esquema estaba.
Entras al movimiento, te gusta, comienzas a convivir con las personas, llevas a tu cuerpo a los extremos, conoces lugares que no pensaste que conocerías, empiezas a coleccionar apretones de mano izquierda… Y sin que te des cuenta, muchas cosas en tu persona han mejorado, tienes nuevas habilidades, sabes de cosas y temas que no cualquiera ha podido dominar.
Si nada de esto te suena familiar, explicaré mi punto con un ejemplo.
En mis pocos años como scouter,
me he vuelto más observadora, puesto que la tarea así lo requiere. Cuando por
primera vez un chico/a llega al local de actividades acompañado de mamá o papá,
se muestra dudoso o en algunos casos curioso u optimista. Conforme las
actividades se van desarrollando, comienzas a darte cuenta de su personalidad:
si es temeroso, atento, si de repente le dan miedo las cosas que estamos
haciendo, si se molesta con facilidad, si su personalidad es demandante, si su
tono de voz es muy bajo, cohibido, etc. Ha
sucedido que en muchas ocasiones
apáticos sin involucrarse, pero
algo dentro de ellos los motiva a quedarse pese a las limitaciones que ellos
mismos se ponen. Al pasar el tiempo, cuando se convencen de que sí pueden
realizar las cosas, cuando sus ganas de aprender son más o conforme van
adquiriendo confianza, solos se desenvuelven. Y es para mí increíble ser testigo
de esa evolución. Llegan de una forma y el escultismo despierta en ellos otra,
y por suerte siempre es de manera positiva.
En mi experiencia como scouter, he visto desfilar frente a mí un número considerable de scouts: entran con aversión por el lodo, el pasto, la lluvia. Llegan con miedo, con una mano tapándose la boca porque hablar les da pena, se escondían detrás de los demás porque querían pasar desapercibidos, con un carácter impulsivo, enfadados, tímidos, enérgicos, hiperactivos, etc.
Y me alegra mucho descubrir que ellos mismos, sin presiones ni prisas, comienzan a vencer esos defectos. Y de repente esos mismos scouts hacen las cosas que antes no querían, que no podían y las cuales les causaban aversión. Y esa es la magia del escultismo, de la que nadie habla pero todos experimentamos, la que está ahí intangible pero es evidente. El movimiento scout es tan completo, que si prestas atención te da las herramientas que necesitas para forjarte como persona en todos los ámbitos de tu vida.
En mi experiencia como scouter, he visto desfilar frente a mí un número considerable de scouts: entran con aversión por el lodo, el pasto, la lluvia. Llegan con miedo, con una mano tapándose la boca porque hablar les da pena, se escondían detrás de los demás porque querían pasar desapercibidos, con un carácter impulsivo, enfadados, tímidos, enérgicos, hiperactivos, etc.
Y me alegra mucho descubrir que ellos mismos, sin presiones ni prisas, comienzan a vencer esos defectos. Y de repente esos mismos scouts hacen las cosas que antes no querían, que no podían y las cuales les causaban aversión. Y esa es la magia del escultismo, de la que nadie habla pero todos experimentamos, la que está ahí intangible pero es evidente. El movimiento scout es tan completo, que si prestas atención te da las herramientas que necesitas para forjarte como persona en todos los ámbitos de tu vida.
¿A qué se debe este cambio? ¿Por
qué de repente sentimos el impulso, las ganas de hacer las cosas que antes no
nos atrevíamos? Afirmar una sola respuesta a estas preguntas es ignorar las
circunstancias que son diferentes para quien ha pasado por este proceso, para
cada quien es diferente, pero al parecer es parte del escultismo. La confianza
que sentimos, el ambiente que nos permite ser nosotros mismos, las personas de
las que estamos rodeados, el programa que está diseñado para tales propósitos,
no lo sabemos. Pero es un hecho que ahí está y a todos nos ayuda a crecer, a
mejorar.